Los Siete Pecados Capitales de un Líder del Siglo XXI

Los Siete Pecados Capitales de un Líder del Siglo XXI

¿Está usted experimentando los tormentos creados por algunos de estos pecados?

  • Crecimiento estancado, baja rentabilidad y exceso de competidores.
  • Gerentes rutinarios, sin creatividad ni proactividad, con estrategias mal ejecutadas y sin resultados.
  • Clientes insatisfechos, con quejas y demandas cada vez más exigentes.
  • Temor a arriesgar e invertir porque no se cumplen las proyecciones esperadas.
  • Escepticismo y falta de credibilidad, lo que genera desmotivación, falta de excelencia en la ejecución y poco sentido de urgencia.
  • Incapacidad para reclutar y desarrollar verdaderos líderes y talentos. 
  • Clima de trabajo apático, falta de motivación, participación y diálogos honestos.

Si usted no está experimentando ninguno de estos horribles tormentos, considérese una persona especial y de extraordinario éxito. Usted está en el paraíso. Pero si usted experimenta alguno de estos infiernos, no se sienta mal, lo acompaña el 95% de los líderes de la Tierra. Cuídese de caer en cualquiera de estos «siete pecados capitales».

1. La Complacencia

Es el peor de los pecados, pues «engendra» a los demás. Es un tumor maligno que avanza silencioso hasta contaminar a toda la empresa. No permite desarrollar el cambio, que es lo único que lo salvará de su extinción. Este pecado conduce a la pérdida del “sentido de urgencia”, a la mediocridad en la calidad de productos y servicios, y a la falta de excelencia en la ejecución de estrategias.

Normalmente no existen consecuencias serias por resultados no cumplidos. La mayoría de las empresas carecen de una permanente «retroalimentación» que refleje la realidad del mercado. La falta de indicadores de performance claros difícilmente permite la obtención de resultados. En general, hay una actitud defensiva por temor a mostrar la crisis interna. Finalmente, para enfrentar este pecado hay que hacerse dos preguntas: ¿Qué le quita el sueño y no lo deja dormir tranquilo?, y si tuviera todos los recursos y pudiera comenzar de nuevo, ¿Cómo operaría su negocio?

2. La indefinición

Este pecado es fatal: causa el fracaso de una empresa y la envía al infierno sin escalas. La falta de una clara dirección genera desorientación, inmovilidad y derroche de recursos. Es imposible trazarse una meta si se ha perdido el rumbo y no se sabe cómo llegar.

Muchas empresas prefieren lo conocido y convencional para evitar el riesgo al fracaso. Esto evita la posibilidad de pensar en grande, desarrollar una visión inspiradora y probar nuevos modos de hacer las cosas por temor a fallar. Es fundamental crear y atesorar una Visión y compartir con todos el conjunto de valores de la empresa. Pregúntese ¿En qué estamos profundamente comprometidos?, ¿Qué podemos hacer mejor que nadie?, ¿Qué mueve nuestro motor generador de utilidades?

Pepsi se adaptó a las nuevas preferencias del consumidor. Cambió su estrategia de crecimiento: dejó de ser una empresa del segmento de bebidas gaseosas y pasó a una categoría superior, “el mercado de bebidas no alcohólicas”. Con esto amplió su mercado y compró compañías como Gatorade y Tropicana Juice, lanzó un agua mineral, yogurts y una línea de jugos diluidos.

3. La desidia

Este pecado es mortal con los clientes. El infierno está plagado de compañías que fracasaron porque no supieron entender las necesidades siempre cambiantes de sus clientes, porque fueron insensibles a las experiencias de ellos.

Los líderes de estas empresas no plasmaron las estrategias en planes de ejecución. Ellos focalizaron sus esfuerzos en estrategias teóricas, descuidando el trabajo de aterrizarlas en el campo operativo y de posventa, que al final es lo que produce los resultados y mantiene la continuidad de los clientes. Se olvidaron de planificar la experiencia que tendrá el cliente al momento de la compra o uso del producto.

¿Cuán importante es la satisfacción de sus clientes para su personal?, ¿Con qué frecuencia escucha, habla o visita a sus clientes para entender sus puntos de vista?, ¿cómo traduce esa importancia en el trato cotidiano hacia ellos?

4. La condescendencia

Conformarse con productos de mediocre calidad y falta de competitividad en los costos es un pecado que atenta contra el espíritu competitivo de la organización. La mediocridad es una de las causas más frecuentes del fracaso en todo tipo de empresas. 

¿Cómo compara su calidad con lo mejor del mercado?, ¿Cuenta con un modelo operativo rentable?, ¿Sabe cómo se genera su rentabilidad?, ¿Conoce su estructura de costos?, ¿Entiende la importancia de su línea de productos o canales de distribución en relación con la utilidad que producen? Estoy convencido de que algunas de sus respuestas estarán enmarcadas en opiniones generales y no en hechos concretos o análisis concienzudos.

Apple tiene una visión y una estrategia de «modelo operativo» que la hace focalizarse en lo que más la apasiona: “el desarrollo de innovaciones” en productos o aplicaciones que hace mejor que nadie y que le permite generar una inmensa fuente de utilidades.

5. La falsedad 

Este pecado es letal para la credibilidad del liderazgo y daña la cultura de la empresa. La mayoría de los enunciados de «valores» en muchas empresas son simplemente decorativos ya que no son practicados de manera constante en ningún nivel de la organización. Muchos directivos no les toman importancia y olvidan que son la base para crear la cultura de la empresa. En realidad, esto puede ser muy dañino si no se llegan a practicar, pues crean en la mente de las personas un conflicto serio entre «lo que se dice y lo que se hace». Los valores deben representar la «forma de operar y comportarse» en el día a día.

6. La apatía

Acompañada de la dejadez y la falta de pasión, es la ruta más corta hacia el sufrimiento eterno. En muchas empresas, este pecado se ha convertido en el modo habitual de operar. Este pecado incentiva el servilismo, ya que a los jefes no les gusta escuchar “malas noticias” y la gente se siente amenazada si admite sus errores.

La apatía consolida la burocracia, que desalienta a los equipos, impide la delegación, desmotiva a la gente, aleja el «Empowerment», retarda la toma de decisiones, inhibe los procesos de cambio y traba el desarrollo del liderazgo. 

¿Siente que su personal entra entusiasmado a trabajar todos los días?, ¿Cuán comprometido está su gente con el éxito de la empresa?, ¿Cuán honestos son ellos en darle una opinión sincera?

Los buenos líderes tienen la cualidad de hacer que las personas normales logren resultados extraordinarios, de impregnar pasión y guiar a su gente. No importa cuánto difieran los estilos, ellos motivan y energizan con sus acciones.

7. La decadencia

Es el más grave de los siete pecados. Equivale a no contar con el nacimiento de nuevos líderes y la renovación de los mandos de la empresa. Fundamentalmente, restringe el crecimiento de la organización impidiendo que alcance su máximo desempeño. “olvidarse” de desarrollar nuevos líderes pone en total peligro la supervivencia de la empresa. La falta de nuevos talentos y un plan de sucesión claro limita la capacidad para desarrollar nuevas competencias y hacer frente a los desafíos cambiantes del mercado. 

¿Sus puestos claves cuentan con reemplazos, incluyendo el suyo?, ¿Cuán efectiva es su compañía para captar talentos? ¿Está satisfecho con su programa de desarrollo de líderes?

Hoy en día la mayoría de las organizaciones están «pidiendo a gritos» una nueva generación de líderes que las conduzcan con éxito. Un factor crítico de las empresas será la capacidad de transformar a sus gerentes exitosos en líderes dinámicos y la de evaluar, reclutar, promover, motivar, retribuir y retener el talento de manera efectiva.

Conclusión

Finalmente, después de analizar estos siete pecados, sólo puedo decir que los desafíos de este siglo serán cada vez más complejos. Ser un buen líder y evitar cometer alguno de estos pecados capitales es una tarea muy difícil, que requerirá de coraje, humildad, aprendizaje y constancia. El líder del siglo XXI tiene el reto de reinventarse permanentemente para continuar siendo efectivo

Liderazgo es la capacidad de transformar una visión en realidad – Warren G. Bennis